La patata (Solanum tuberosum), originaria de América del Sur, es un cultivo esencial a nivel global. Su cultivo abarca la siembra, el cuidado y la posterior cosecha. Este alimento destaca por su alto rendimiento y su significativo valor nutricional (abundante en hidratos de carbono, potasio y vitamina C).
En EspañayPortugal, el cultivo de la patata es muy relevante, tanto para el consumo fresco como para la industria (fritura, chips, congelados).
En España en la campaña 2024 la superficie total de patata sembrada fue de aproximadamente 60 800 hectáreas, lo que representa una caída del 1,9 % respecto a 2023.
Las comunidades autónomas líderes en superficie cultivada en 2024 son:
Castilla y León: 17 290 ha (+2,1 % interanual).
Galicia: alrededor de 17 770 ha, aunque con una caída del ~5 % respecto al año anterior.
Andalucía: aproximadamente 8 522 ha, con una reducción del 5,7 %.
Otras regiones con cultivos relevantes incluyen Murcia, Comunidad Valenciana, Castilla‑La Mancha, País Vasco o La Rioja.
Las variedades de patatas más cultivadas en España:
Variedad
Tipo / Ciclo
Características
Uso principal
Monalisa
Semitemprana
Carne amarilla, piel fina, forma oval
Cocida, ensaladas
Kennebec
Tardía
Carne blanca, textura harinosa
Fritura, guisos
Agria
Tardía
Amarilla, consistente, alto contenido seco
Fritura (chips, hostelería)
Spunta
Temprana
Carne amarilla clara, piel fina
Uso polivalente
Red Pontiac
Temprana
Piel roja, carne blanca
Cocida, guisos
Baraka
Semitardía
Muy productiva, carne blanca
Cocida, horno
Jaerla
Muy temprana
Rendimiento medio, carne blanca
Consumo inmediato
Requerimientos necesarios para el cultivo de la patata
Para que el cultivo de patata prospere y ofrezca tubérculos de calidad, es crucial considerar sus necesidades específicas de suelo, clima e hidrología. A continuación, exploraremos cada uno de ellos en detalle:
Þ Suelo
Característica
Requerimiento óptimo
Tipo de suelo
Suelos francosofranco-arenosos, sueltos y profundos.
Textura
Ligera a media, evita suelos arcillosos pesados.
pH ideal
Entre 5,5 y 6,5 (ligeramente ácido).
Drenaje
Fundamental: la patata no tolera el encharcamiento.
Materia orgánica
Alta (humus), mejora la estructura y retención de nutrientes.
Preparación
Subsolado + laboreo profundo (30–40 cm) para facilitar el desarrollo de los tubérculos.
El exceso de caliza o sodio en el suelo puede causar problemas de crecimiento y calidad.
Þ Clima
Factor climático
Requerimiento para la patata
Temperatura
Óptima: 15–20 °C. Sensible a extremos (>30 °C o <5 °C).
Heladas
Muy sensibles: las plantas pueden morir por heladas tardías.
Riesgo térmico
Temperaturas >30 °C afectan la tuberización (formación de patatas).
Luz solar
Necesita buena radiación solar, pero no excesivo calor.
Altitud
Se adapta bien a zonas medias-altas (hasta 1.500 m).
El clima ideal es templado y húmedo, con estaciones frescas.
Þ Hidrología (agua y riego)
Parámetro
Requerimiento
Necesidad hídrica
Entre 400 y 700 mm durante todo el ciclo (dependiendo del clima).
Fases sensibles al estrés hídrico
Emergencia, floración e inicio de tuberización.
Tipo de riego
Localizado (goteo) o por aspersión, según condiciones.
Frecuencia
Moderada pero regular; sufre tanto por déficit como por exceso.
Calidad del agua
Buena calidad, baja salinidad (CE < 1,5 dS/m).
Un exceso de agua puede provocar enfermedades fúngicas como el mildiu o podredumbre de tubérculos.
¿Cómo se cultiva la patata?
El cultivo de la patata se realiza a partir de tubérculos-semilla (fragmentos o patatas enteras con yemas u «ojos»), que desarrollan la planta completa. Los pasos más destacados:
Aspecto
Detalles
Material de siembra
Tubérculos enteros o cortados (mínimo 1–2 yemas visibles).
Preparación
Corte 1 semana antes de la siembra si se fraccionan, dejar cicatrizar.
Profundidad
5–10 cm en suelos ligeros, hasta 12–15 cm en suelos pesados.
Marco de plantación
70–90 cm entre surcos; 30–40 cm entre plantas.
Las épocas de siembra aproximadas por zonas geográficas:
Zona geográfica
Época de siembra
Tipo de cultivo
Andalucía / Murcia
Enero – Febrero
Patata temprana
Centro / Castilla y León
Marzo – Abril
Patata de media estación
Norte / Galicia / País Vasco
Abril – Mayo
Patata tardía
Fases del cultivo de la patata
Fase
Duración aproximada
Características principales
1. Germinación y emergencia
10–25 días
Brotes emergen del suelo. Sensible al frío.
2. Desarrollo vegetativo
20–30 días
Formación del follaje. Alta demanda de nutrientes.
3. Floración y tuberización
20–30 días
Se forman los tubérculos. Fase crítica.
4. Engrosamiento de tubérculos
30–40 días
Aumento de tamaño. Demanda alta de agua.
5. Maduración y senescencia
15–20 días
La parte aérea amarillea. Tubérculos endurecen.
El riego debe adaptarse al tipo de suelo, clima y fase del cultivo. El sistema más usado es el riego por goteo o aspersión. El goteo, ya sean cintas de riego o tuberías integradas autocompensantes, hacen que el riego sea más eficiente.
Fase del cultivo
Necesidad hídrica (mm)
Frecuencia de riego
Comentarios
Emergencia
Moderada (20–30 mm)
Cada 4–6 días
Mantener humedad constante para favorecer brotes
Desarrollo vegetativo
Alta (40–60 mm/semana)
Cada 3–5 días
Evitar déficit hídrico
Tuberización
Muy alta (50–70 mm/sem)
Cada 2–3 días
Fase crítica: el agua afecta rendimiento
Engrosamiento de tubérculos
Alta
Cada 3–5 días
Favorece el tamaño final
Maduración
Reducida
Espaciar riegos, suspender 10–15 días antes de cosecha
Evita pudriciones, mejora piel del tubérculo
El total de agua requerida en el ciclo oscila entre 400 y 700 mm, dependiendo del clima.
Tratamientos y recolección de la patata
A continuación, se presenta un resumen estructurado sobre los aspectos clave del cultivo de la patata, que incluye la fertilización, las principales plagas y enfermedades, así como los tratamientos recomendados y las prácticas adecuadas para una recolección eficiente.
Fertilización
La patata es un cultivo exigente, especialmente en nitrógeno y potasio.
Requerimientos nutritivos orientativos (por ha)
Nutriente
Cantidad estimada (kg/ha)
Observaciones
Nitrógeno (N)
150–200
Dividir en 2–3 aportes durante el ciclo
Fósforo (P₂O₅)
60–100
Importante en el inicio del cultivo
Potasio (K₂O)
200–300
Esencial para el tubérculo y calidad
Calcio, Magnesio, Boro, Zinc
Según análisis
Oligoelementos según carencias
Plagas comunes y tratamientos
Plaga
Daños que produce
Tratamiento o control
Polilla de la patata (Phthorimaea operculella)
Galerías en hojas y tubérculos
Insecticidas autorizados, manejo de residuos
Pulgones (Myzus persicae, etc.)
Transmisión de virus, debilitamiento
Aceites minerales, insecticidas selectivos
Escarabajo de la patata (Leptinotarsa decemlineata)
Defoliación completa si no se controla
Tratamientos químicos o biológicos
Nematodos (Globodera spp.)
Deformación y bajo rendimiento
Rotación de cultivos, variedades resistentes
Enfermedades frecuentes
Enfermedad
Causa
Tratamiento / Prevención
Mildiu (Phytophthora infestans)
Hongo, muy común con humedad alta
Fungicidas preventivos, buena ventilación
Alternaria
Hongo
Fungicidas específicos, evitar estrés
Rizoctonia (costra negra)
Hongo del suelo
Tratamiento de tubérculos, rotación
Virus Y, virus del enrollado, mosaico
Virus transmitidos por pulgones
Control de vectores y uso de semilla certificada
Es conveniente utilizar semilla certificada para evitar la propagación de virus o enfermedades del suelo.
Recolección de la patata
Etapa
Detalles y recomendaciones
Momento óptimo
Cuando la parte aérea está seca y los tubérculos maduros
Criterio de madurez
Piel firme, difícil de desprender con el dedo
Parada de riego
10–15 días antes de cosechar para evitar pudrición
Arranque
Manual o mecánico (máquinas arrancadoras)
Curado postcosecha
10–15 días a 15–20 °C y humedad alta para cicatrizar
Almacenamiento
Lugar oscuro, ventilado, a 4–8 °C y sin humedad excesiva
Si se cosecha antes de tiempo o con humedad excesiva, aumenta el riesgo de daños y enfermedades en almacén.
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Preguntas frecuentes sobre Cultivo de patata
¿Qué sistema de riego es el más eficiente para el cultivo de patata?
Aquí tienes las respuestas breves para FAQ schema:
¿Qué sistema de riego es el más eficiente para el cultivo de patata? El riego por goteo es el más eficiente para la patata. Ahorra hasta un 30% de agua respecto a la aspersión, mantiene humedad constante en la zona de raíces, reduce enfermedades fúngicas al no mojar el follaje, y permite fertirrigar con precisión. Durante la tuberización —la fase más crítica— es fundamental mantener riegos frecuentes cada 2-3 días para conseguir buenos calibres y rendimientos.
¿Cómo puedo controlar las plagas en el cultivo de patata?
El control efectivo combina prevención y tratamiento. Usa siempre semilla certificada para evitar virus, rota cultivos cada 3-4 años para cortar el ciclo de plagas como nemátodos, y monitorea regularmente. Para el escarabajo de la patata aplica tratamientos en estadios larvarios tempranos. Contra pulgones —que transmiten virus— usa aceites minerales o insecticidas selectivos. Y para la polilla, elimina restos de cosecha y trata si superas umbrales económicos. Lo mejor es el manejo integrado: combinar técnicas culturales, biológicas y químicas solo cuando sea necesario.
¿Cuándo es la mejor época para sembrar patata?
Depende de tu zona y el tipo de patata que cultives. En el sur (Andalucía, Murcia) se siembra entre enero y febrero para patata temprana que se cosecha en primavera. En el centro y Castilla y León, de marzo a abril para patata de media estación. Y en el norte (Galicia, País Vasco), de abril a mayo para patata tardía que se cosecha en otoño. La clave es evitar heladas durante la emergencia, porque la patata es muy sensible al frío en sus primeras fases.
Qué es el cultivo de trigo
Hablar de trigo es hablar de historia. Este cereal lleva alimentándonos desde hace más de 10.000 años, y la verdad es que sigue siendo uno de los pilares de nuestra alimentación. El trigo (Triticum spp.) es una gramínea anual bastante noble, capaz de adaptarse a distintos climas y suelos. Eso sí, si queremos sacarle todo su potencial, necesitamos mimar ciertos aspectos del manejo agronómico, y el riego es sin duda uno de los más críticos.
En nuestro país, el trigo ocupa cerca de 2 millones de hectáreas. Tradicionalmente lo hemos cultivado en secano, dejando que el cielo decidiera la cosecha. Pero cuando incorporamos sistemas de riego eficientes, los números cambian radicalmente: pasamos de cosechas medias de 2.500-3.000 kg por hectárea a rendimientos que fácilmente superan los 6.000-8.000 kg/ha. Es decir, más del doble. Y esto no es magia, es simplemente darle al cultivo lo que necesita en el momento exacto.
El ciclo del trigo tiene su propio ritmo, sus propias etapas: germinación, ahijamiento, encañado, espigado, floración y maduración. Cada una pide algo diferente en cuanto a agua, nutrientes y temperatura. Es como una sinfonía donde cada nota debe sonar en su momento justo para que el resultado sea espectacular.
Tipos de trigo
No todos los trigos son iguales, ni mucho menos. Dependiendo de lo que queramos hacer con ellos y de dónde los cultivemos, elegiremos uno u otro. Déjame contarte los principales:
Trigo blando (Triticum aestivum): Este es el rey indiscutible. Representa casi el 95% de lo que cultivamos en España. Sus granos son más blanditos, ricos en almidón, y perfectos para hacer pan, bollería y todo tipo de masas. Es el que encontramos en prácticamente todas las panaderías.
Trigo duro (Triticum durum): Aquí cambiamos de registro. Sus granos son más duros, casi vítreos, y tienen más proteína. Si te gusta la pasta, el cuscús o las sémolas, le debes un agradecimiento a este trigo. Se cultiva sobre todo en zonas mediterráneas, donde el clima le sienta de maravilla.
Trigo de invierno: Este es el más común por aquí. Lo sembramos en otoño, entre octubre y noviembre, y necesita pasar frío —lo que llamamos vernalización— para completar su ciclo correctamente. Luego lo dejamos crecer durante 7-9 meses hasta la cosecha. Es paciente, resistente.
Trigo de primavera: Este tiene más prisa. Se siembra entre febrero y marzo, no necesita ese frío invernal, y en 4-5 meses ya está listo. Es menos habitual en España, pero resulta muy útil en zonas donde los inviernos son demasiado duros o cuando las cosas no salieron bien en otoño y necesitamos una segunda oportunidad.
Dentro de estas categorías hay un universo de variedades comerciales. Para regadío con riego por goteo, nos interesan especialmente aquellas de porte bajo-medio, que amacollan bien y responden de maravilla cuando les damos nitrógeno. La elección correcta puede marcar la diferencia entre una buena cosecha y una excelente.
Requerimientos necesarios para el cultivo del trigo
Requerimientos de suelo
El trigo es bastante agradecido con los suelos, la verdad. No es de esos cultivos caprichosos que solo funcionan en condiciones perfectas. Pero claro, como todo en la vida, si le das lo mejor, te devolverá lo mejor.
Textura: Los suelos franco-arcillosos, franco-limosos o simplemente francos son los ideales. ¿Por qué? Porque consiguen ese equilibrio perfecto entre retener agua y drenar bien. Piénsalo: ni encharcamientos ni sequía extrema. También se puede cultivar en suelos más arcillosos, siempre que no se nos encharquen, o en suelos arenosos si estamos dispuestos a regar con más frecuencia. Eso sí, el rendimiento será algo menor.
Profundidad: Aquí necesitamos al menos 60-80 cm de suelo franco para que las raíces puedan desarrollarse cómodamente. Y es que el sistema radicular del trigo puede llegar hasta los 150-180 cm cuando las condiciones son buenas. Cuanto más profundas lleguen las raíces, más agua y nutrientes podrán aprovechar.
pH: El rango de confort está entre 6,0 y 7,5. Tolera bien algo de alcalinidad hasta pH 8,0, pero con suelos ácidos por debajo de 5,5 empiezan los problemas: el aluminio se vuelve tóxico y los nutrientes no se absorben bien.
Drenaje: Este punto es innegociable. Un encharcamiento, aunque sea temporal, puede arruinar el cultivo. Las raíces se asfixian, aparecen hongos, y el rendimiento se desploma. Con riego por goteo esto se vuelve aún más crítico, porque si el agua no drena bien, estaremos creando problemas donde no los había.
Salinidad: Aquí el trigo se defiende bastante bien. Aguanta conductividades de hasta 6-8 dS/m sin inmutarse demasiado. Por encima de esos valores sí empezaremos a notar pérdidas de entre el 10-25%. No es el cultivo más sensible, pero tampoco el más resistente.
Materia orgánica: Si tenemos más del 2%, mejor que mejor. La materia orgánica mejora la estructura del suelo, ayuda a retener agua sin encharcamientos, y mantiene viva toda esa microbiología del suelo que trabaja para nosotros sin que la veamos.
Requerimientos climatológicos
El trigo es un cultivo de clima templado-frío, y cada fase de su desarrollo tiene sus propias preferencias. Es como si el cultivo fuera cambiando de personalidad a medida que crece.
Temperatura: Cuando germina, le gusta estar entre 15-20°C, aunque la verdad es que puede despertar entre 3 y 30°C. Durante el ahijamiento prefiere el fresco, unos 12-15°C. El trigo de invierno necesita su dosis de frío —entre 0-10°C durante uno o dos meses— para desarrollarse bien después. Cuando llega el espigado y la floración, busca temperaturas más agradables, entre 18-24°C. Y para llenar el grano, lo ideal son unos 20-25°C. Eso sí, si durante la floración sufrimos temperaturas por encima de 30°C, podemos tener problemas serios de esterilidad.
Heladas: Aquí el trigo de invierno demuestra su temple. En fase vegetativa aguanta hasta -10°C o -15°C sin pestañear. Pero cuando está espigando o floreciendo, con -2°C ya empezamos a tener sustos: las flores se dañan y perdemos granos por espiga.
Precipitación: Aunque el trigo de secano sobrevive con 400-600 mm al año, si queremos cosechas generosas necesitamos entre 500-700 mm bien repartidos. El momento crítico va desde el encañado hasta el llenado de grano, ahí es donde más agua pide.
Horas de luz: El trigo necesita entre 1.000 y 1.500 horas de luz durante todo su ciclo. Un buen fotoperiodo ayuda al ahijamiento y a que las espigas se desarrollen bien.
Humedad relativa: Lo suyo es mantenerla entre el 60-70%. Si nos pasamos de húmedo, invitamos a las enfermedades fúngicas —royas, septoriosis, fusarium—. Si el ambiente es demasiado seco, la polinización puede verse comprometida.
Requerimientos hidrológicos
El manejo eficiente del agua es fundamental para maximizar el rendimiento del cultivo de trigo, especialmente en sistemas de regadío:
Necesidades hídricas totales: El cultivo de trigo en regadío requiere entre 450-600 mm de agua durante todo su ciclo, dependiendo de las condiciones climáticas, la variedad y el sistema de riego. En sistemas de riego por goteo, las necesidades pueden reducirse un 20-30% respecto al riego por aspersión o inundación debido a la mayor eficiencia.
Coeficiente de cultivo (Kc): El Kc varía según la fase fenológica: inicial (siembra-ahijamiento) 0,3-0,5; desarrollo (ahijamiento-encañado) 0,7-1,0; media (encañado-espigado) 1,05-1,20; final (maduración) 0,4-0,6. El período de máxima demanda hídrica se produce desde el encañado hasta el inicio del llenado de grano.
Fases críticas de riego: Existen momentos fenológicos donde el déficit hídrico impacta severamente en el rendimiento: durante el ahijamiento, un riego adecuado favorece la formación de tallos productivos; en el encañado-espigado, el estrés hídrico reduce el número de espiguillas por espiga; en la floración, la falta de agua causa esterilidad floral; en el llenado de grano, determina el peso final del grano.
Frecuencia y dosis de riego: En riego por goteo, se recomienda mantener la humedad del suelo entre el 70-80% de la capacidad de campo durante las fases críticas. Las dosis típicas oscilan entre 15-25 mm por riego, con frecuencias de 5-10 días dependiendo de las condiciones climáticas. Durante el llenado de grano, es crucial mantener un riego constante pero moderado.
Calidad del agua: El trigo tolera aguas con conductividad eléctrica de hasta 4-6 dS/m sin reducciones significativas de rendimiento. El pH del agua debe estar entre 6,5 y 8,0. Es importante evitar riegos con aguas muy frías durante fases sensibles.
¿Cómo se cultiva el trigo?
Cómo se siembra
Sembrar bien es medio camino andado. Y es que si la nascencia es irregular o las plántulas nacen débiles, todo lo que hagamos después irá cuesta arriba.
Preparación del suelo: Lo primero es un laboreo profundo de unos 25-30 cm para romper esas capas duras que limitan las raíces. Luego pasamos cultivador o grada para dejar el suelo mullido, esponjoso. Si vamos a usar riego por goteo enterrado, las líneas de goteo van a 15-20 cm de profundidad, instaladas antes de sembrar. Si preferimos cintas superficiales, esas las ponemos y quitamos cada campaña.
Método de siembra: Podemos usar una sembradora de líneas tradicional dejando 15-20 cm entre líneas, o una de precisión si queremos más control. Con riego por goteo, hay que pensar un poco: las líneas de siembra deben estar cerca de donde cae el agua, normalmente a unos 10-15 cm del lateral. Así las raíces encuentran la humedad desde el principio.
Dosis de siembra: En regadío tiramos entre 180-220 kg por hectárea para variedades de ciclo largo, y entre 220-250 kg/ha para las de ciclo corto. Eso viene a ser unas 400-450 semillas viables por metro cuadrado. Claro, hay que ajustar según el peso de mil granos de nuestra variedad, el poder germinativo que tenga, y las condiciones que tengamos el día de siembra.
Profundidad de siembra: Lo suyo es entre 3 y 5 cm. Más superficial y dejamos la semilla expuesta al sol y a los pájaros. Más profundo y la pobre plántula tarda en emerger y sale débil.
Tratamiento de la semilla: Siempre semilla certificada y tratada. Los fungicidas previenen carbón, caries y hongos de nascencia. También podemos añadir insecticidas contra plagas del suelo y bioestimulantes para que las raíces arranquen con fuerza.
Cuándo se siembra
El timing lo es todo. Sembrar demasiado pronto o demasiado tarde puede costarnos cientos de kilos por hectárea.
Trigo de invierno: En la mayor parte de España sembramos entre finales de octubre y mediados de diciembre. Pero esto varía bastante según dónde estemos: en las zonas frías del interior —Castilla y León, Aragón— lo mejor es ir entre finales de octubre y mediados de noviembre. En cambio, en zonas más suaves como el valle del Guadalquivir o Levante, podemos esperar tranquilamente hasta diciembre.
Trigo de primavera: Este se siembra entre febrero y marzo, cuando ya empieza a calentar y las heladas fuertes son menos probables. No es muy habitual en España, pero es un salvavidas en zonas de inviernos durísimos o cuando la siembra de otoño se torció y necesitamos una segunda oportunidad.
Factores a considerar: La fecha perfecta depende de varias cosas. El suelo debe estar al menos a 8-10°C para que la germinación vaya bien. Necesitamos humedad suficiente o capacidad de regar enseguida. Las siembras tempranas tienen más riesgo de malas hierbas y enfermedades. También influye la variedad que elijamos —si es de ciclo largo o corto— y si estamos en secano o regadío. En regadío tenemos más margen para jugar con las fechas.
Siembras tardías: A veces las condiciones nos obligan a sembrar tarde, aunque sabemos que perderemos un 10-20% de potencial productivo. En esos casos hay que compensar: aumentamos la dosis de siembra un 15-20% y escogemos variedades de ciclo más corto. No es lo ideal, pero al menos salvamos la campaña.
Cuándo se riega
El agua en el momento justo es oro. Dársela cuando el trigo no la necesita es tirar dinero y recursos. No dársela cuando la pide es perder cosecha. Veamos fase por fase:
Riego de presiembra o nascencia: Si el otoño viene seco, un riego de presiembra de 60-80 mm nos asegura que el perfil tenga humedad y que la emergencia sea uniforme. Si no lo hicimos antes y el suelo está seco, un riego ligero de 20-30 mm justo después de sembrar es fundamental.
Fase de ahijamiento (noviembre-febrero): Si llueve lo normal, aquí no solemos necesitar regar. Pero si viene seco, un riego de apoyo de 30-40 mm ayuda a formar más macollos productivos. Ojo con pasarnos: demasiada agua provoca que el cultivo se desarrolle en exceso y luego se encame.
Fase de encañado (marzo-abril): Aquí empieza a pedir agua de verdad. Mantenemos la humedad al 70-80% de capacidad de campo con riegos de 40-50 mm cada 10-15 días. Si nos quedamos cortos, el número de espiguillas por espiga se resiente, y eso es cosecha que perdemos.
Fase de espigado-floración (abril-mayo): Este es el momento más delicado. La falta de agua aquí nos puede arruinar la cosecha. Mantenemos humedad constante con riegos frecuentes de 30-40 mm cada 7-10 días. Si regamos por goteo, mejor hacer riegos más frecuentes pero más ligeros: 15-20 mm cada 5-7 días. Cualquier estrés durante la floración causa esterilidad y perdemos granos.
Fase de llenado de grano (mayo-junio): Aquí decidimos cuánto van a pesar nuestros granos. Riegos de 35-45 mm cada 7-12 días, manteniendo humedad moderada. Ni mucha ni poca. El exceso favorece enfermedades y estropea la calidad panadera. Paramos el riego unos 15-20 días antes de la cosecha, cuando el grano tiene un 30-35% de humedad, para que seque y endurezca bien.
Control del riego: No vayamos a ciegas. Usemos sondas de humedad, tensiómetros o una estación meteorológica que calcule cuánta agua está perdiendo el cultivo. Con riego por goteo, además, podemos ir metiendo nutrientes en cada riego, sincronizados con lo que el trigo necesita en cada momento.
Tratamientos y recolección del trigo
Fertilizantes – fertirrigación
Si queremos sacarle el máximo al trigo, la nutrición es clave. No basta con regar bien, hay que darle de comer en el momento adecuado.
Necesidades nutricionales: Para producir 6.000-7.000 kg de grano por hectárea, el trigo se lleva del suelo aproximadamente: 180-200 kg/ha de nitrógeno, 80-100 kg/ha de fósforo, 160-200 kg/ha de potasio, 40-60 kg/ha de calcio, 20-30 kg/ha de magnesio, y micronutrientes como zinc, manganeso, hierro, cobre y boro. Eso hay que devolverlo al suelo.
Fertilización de fondo: Antes de sembrar metemos todo el fósforo y potasio, más un 20-30% del nitrógeno. Las dosis típicas rondan los 80-100 kg/ha de P₂O₅, 100-120 kg/ha de K₂O, y 40-60 kg/ha de N. Usamos superfosfato, MAP, DAP para el fósforo; cloruro o sulfato potásico para el potasio; y urea o sulfato amónico para ese primer aporte de nitrógeno.
Fertirrigación nitrogenada: El resto del nitrógeno —unos 120-140 kg/ha— lo fraccionamos mediante fertirrigación en los momentos clave. Durante el ahijamiento, 20-30 kg/ha de N para que forme más tallos. En el encañado, 40-50 kg/ha para aumentar espiguillas. Al inicio del espigado, otros 40-50 kg/ha para conseguir más granos por espiga. Y en el llenado, 20-30 kg/ha más para mejorar el contenido proteico del grano.
Fertilizantes para fertirrigación: Los más socorridos son el nitrato amónico cálcico (27% N), el nitrato potásico (13-0-46), la urea (46% N, aunque hay que acidificar el agua), el MAP y MKP cuando necesitamos aportar fósforo, y el sulfato potásico soluble para el potasio.
Micronutrientes: En suelos alcalinos o pobres podemos tener carencias de zinc, manganeso o hierro. Se aplican vía fertirrigación con quelatos o vía foliar. El boro es especialmente importante durante la floración porque afecta a la viabilidad del polen.
Control del pH y CE: En fertirrigación, mantener el pH del agua entre 5,5 y 6,5 ayuda a que los nutrientes se disuelvan mejor. Y hay que vigilar la conductividad eléctrica para no salar el suelo, sobre todo si el drenaje no es muy bueno.
Tipos de plagas y tratamientos
El trigo tiene sus enemigos, como cualquier cultivo. Lo importante es conocerlos y actuar cuando realmente haga falta, no antes.
Pulgones: Estos son los más habituales y problemáticos. Aparecen desde el encañado hasta el llenado de grano. Chupan la savia y encima transmiten virus como el del enanismo amarillo, que puede ser devastador. El umbral para tratar está en 10-15 pulgones por espiga durante el espigado. Usamos imidacloprid, pirimicarb o lambda cihalotrin. Un truco: tratar la semilla con insecticidas sistémicos nos protege durante las primeras fases.
Zabro: Este coleóptero tiene unas larvas que devoran las hojas durante el invierno y la primavera. Pueden dejar zonas peladas en el cultivo. Si detectamos los primeros daños en otoño, aplicamos clorpirifos o lambda cihalotrin.
Mosquito del trigo: La larva se mete dentro del tallo y lo debilita desde dentro hasta que se rompe. Si hemos tenido problemas en campañas anteriores, mejor prevenir con tratamiento de semilla o una aplicación foliar temprana.
Trips: Estos bichitos aparecen durante el espigado y el llenado, decoloran los granos y los dejan medio vacíos. Si contamos más de 5-10 trips por espiga, hay que actuar con deltametrina o lambda cihalotrin.
Rosquilla negra: En zonas cálidas puede dar guerra. Las larvas se comen hojas y espigas jóvenes. Tratamos con clorpirifos, lambda cihalotrin o Bacillus thuringiensis cuando las larvas son todavía pequeñas.
Manejo integrado: La clave está en no depender solo de los químicos. Rotamos cultivos para romper el ciclo de las plagas, eliminamos malas hierbas que les sirven de refugio, usamos variedades resistentes cuando podemos, tratamos la semilla de forma preventiva, monitoreamos el cultivo regularmente con trampas y a ojo, respetamos umbrales de tratamiento para no gastar innecesariamente, y alternamos materias activas para que no se hagan resistentes.
Recolección del trigo
La cosecha es el momento de la verdad. Después de meses cuidando el cultivo, hay que recoger en el momento exacto para no perder ni rendimiento ni calidad.
Momento de cosecha: Cosechamos cuando el grano está duro, no se marca con la uña, y tiene entre 13-16% de humedad. Si cosechamos con más del 16%, tendremos que secarlo después y eso cuesta dinero. Por debajo del 12%, el grano se desgrana con facilidad y perdemos cantidad en la recolección.
Calendario de cosecha: En España cosechamos entre junio y julio, aunque las fechas varían bastante según la zona. En Andalucía y el sur caluroso, desde finales de mayo hasta mediados de junio. En la meseta norte —Castilla y León— desde finales de junio hasta mediados de julio. Y en zonas de montaña, hasta finales de julio o primeros de agosto.
Indicadores de madurez: Sabremos que está listo cuando el cultivo tenga ese color amarillo dorado característico, el grano esté duro como una piedra, la humedad ronde el 13-16%, la paja esté seca y se quiebre fácilmente, y las hojas completamente secas.
Regulación de la cosechadora: Aquí cada máquina tiene su punto, pero como referencia: velocidad de avance de 5-7 km/h en condiciones normales, cilindro desgranador a 800-1.000 rpm, separación del cóncavo entre 12-18 mm (ajustamos según la humedad), velocidad del ventilador ajustada para limpiar sin perder grano, y cribas con la superior a 16-18 mm y la inferior a 8-10 mm.
Pérdidas admisibles: Las pérdidas totales no deberían pasar del 3%: menos del 1% por la plataforma de corte, menos del 2% en trilla y separación, y menos del 0,5% en la limpieza. Si perdemos más, hay que revisar la regulación.
Momento del día: Lo mejor es cosechar cuando el grano está seco pero la paja aún conserva algo de flexibilidad. Últimas horas de la mañana o primeras de la tarde suelen ser ideales. Evitamos cosechar con rocío o después de lluvias.
Rendimientos esperados: En regadío con riego por goteo bien llevado, podemos conseguir 6.000-8.000 kg por hectárea. En condiciones óptimas y con variedades potentes, hasta 9.000-10.000 kg/ha. En secano, los rendimientos típicos rondan los 2.000-3.500 kg/ha. La diferencia es abismal.
Calidad del grano: Los parámetros que miran las harineras incluyen: peso hectolítrico mínimo de 78-80 kg/hl para trigo panificable, proteína mínima del 11-13%, humedad máxima del 14% para almacenar bien, impurezas máximas del 2%, y granos germinados, quebrados o dañados máximo del 5-8%.
Productos de riego para trigo
En Caudal llevamos años ayudando a cerealistas a transformar sus explotaciones con sistemas de riego eficientes. Y es que el riego por goteo en trigo ya no es cosa de futuristas, es una realidad rentable.
Sistemas de riego por goteo enterrado: Esta es la opción estrella para cultivos extensivos como el trigo. Las tuberías con goteros van enterradas a 15-25 cm de profundidad, con laterales cada 1,5-2 metros y goteros cada 30-50 cm que sueltan 1-2 litros por hora. ¿Las ventajas? Reducimos el consumo de agua entre un 25-35% comparado con la aspersión, conseguimos una uniformidad de más del 90%, eliminamos pérdidas por evaporación, hay menos malas hierbas porque no mojamos toda la superficie, podemos fertilizar con precisión quirúrgica, y el sistema dura 10-15 años con un mantenimiento sencillo.
Cintas de goteo superficiales: Si no queremos hacer una inversión tan grande de entrada, las cintas superficiales son una buena alternativa. Se ponen en superficie durante el cultivo y se recogen tras la cosecha. Ideales para quien rota el trigo con otros cultivos o quiere probar el goteo antes de dar el salto definitivo.
Sistemas de filtración: Aquí no podemos escatimar. Una obstrucción en los goteros puede arruinar la cosecha. Ofrecemos filtros de anillas para aguas limpias, filtros de malla para aguas con partículas en suspensión, filtros de arena para aguas con materia orgánica o algas, y sistemas de filtración automática con retrolavado que se limpian solos.
Cabezales de fertirrigación: Aquí es donde la magia ocurre. Permiten inyectar fertilizantes con precisión milimétrica. Incluyen tanques de fertilización con agitador, bombas inyectoras de varios tipos, sistemas para controlar pH y conductividad, programadores para dosificar exactamente lo que necesitamos, y medidores de caudal y presión.
Equipos de control y automatización: La tecnología al servicio del agricultor. Programadores de riego con múltiples sectores, sensores de humedad del suelo que nos dicen exactamente cuándo regar, estaciones meteorológicas conectadas que calculan cuánta agua pierde el cultivo, electroválvulas y reguladores de presión, y sistemas de telecontrol para gestionar todo desde el móvil. Porque tu tiempo también vale.
Tuberías y accesorios: Suministramos todo lo necesario: tuberías primarias y secundarias, tuberías porta-goteros con protección UV y antirraíces, conexiones de todo tipo, ventosas para eliminar el aire del sistema, válvulas de drenaje en los puntos bajos, y manómetros para vigilar la presión.
Ventajas del riego por goteo en trigo: Los números hablan por sí solos. Incremento de rendimiento del 100-150% respecto a secano, ahorro de agua del 30-40% respecto a aspersión, mejor control fitosanitario porque el follaje se mantiene seco, fertirrigación precisa fase por fase, reducción de costes energéticos, menos lixiviación y contaminación de acuíferos, funciona en parcelas irregulares y con pendiente, y la inversión se amortiza en 4-6 años. Después de eso, todo son ganancias.
Asesoramiento técnico: No te dejamos solo con el sistema. Nuestro equipo de ingenieros agrónomos te ofrece: diseño personalizado según tu parcela, cálculo de necesidades y programación de riegos, recomendaciones de fertirrigación según análisis de suelo, formación completa en manejo y mantenimiento, servicio técnico y repuestos siempre disponibles, y seguimiento durante toda la campaña para optimizar resultados. Porque lo que nos importa es que tu inversión sea un éxito.
Preguntas Frecuentes sobre el Trigo
¿Cuándo se siembra el trigo?
Depende del tipo de trigo que cultives. El trigo de invierno, que es el más habitual en España, se siembra entre finales de octubre y mediados de diciembre. En las zonas frías del interior, como Castilla y León, lo mejor es adelantarse y sembrar entre finales de octubre y mediados de noviembre. En cambio, en zonas más suaves del sur puedes esperar hasta diciembre sin problema. El trigo de primavera va entre febrero y marzo. Lo importante es que el suelo esté al menos a 8-10°C para que germine bien.
¿Cuánta agua necesita el cultivo de trigo?
El trigo en regadío pide entre 450 y 600 mm de agua durante todo su ciclo. Esto varía según el clima y cómo riegues. Lo bueno del riego por goteo es que puedes reducir estas necesidades un 20-30% comparado con otros sistemas porque aprovechas mejor cada gota. Los momentos donde más agua pide son desde marzo hasta junio: encañado, espigado, floración y llenado de grano. Ahí es crucial mantener la humedad del suelo entre el 70-80% de su capacidad para sacarle el máximo rendimiento.
¿Qué tipo de riego es mejor para el trigo?
Sin duda, el riego por goteo enterrado. Es el más eficiente con diferencia. Ahorras entre un 25-35% de agua respecto a la aspersión, distribuyes el agua de forma más uniforme, puedes fertilizar con precisión, mantienes el follaje seco reduciendo enfermedades, hay menos malas hierbas, y gastas menos energía. Sí, la inversión inicial es mayor, pero se amortiza en 4-6 años. Y después de eso, gracias al ahorro en agua, energía y fertilizantes, y sobre todo al incremento de más del 150% en el rendimiento comparado con secano, todo es ganancia.
¿Cuándo se cosecha el trigo?
Cuando el grano está duro y tiene entre 13-16% de humedad. En España esto suele ser entre junio y julio, aunque cambia según dónde estés. En el sur, desde finales de mayo. En la meseta norte, desde finales de junio hasta mediados de julio. En zonas de montaña, hasta finales de julio. Las señales visuales son claras: el cultivo tiene ese color dorado precioso, el grano no se marca con la uña, y la paja está completamente seca. Cosechar en el momento exacto marca la diferencia entre una buena cosecha y una excelente.
Qué es el cultivo de cebolla
La cebolla no es solo otro cultivo hortícola: es un clásico en nuestras mesas y, al mismo tiempo, un reto en los campos. Quien la trabaja lo sabe: exige mimo, constancia y sobre todo un riego bien manejado.
Lo interesante de la cebolla es que, con la técnica adecuada, puede dar una rentabilidad altísima. Pero también puede decepcionar si se descuida el agua. Y es que el riego no es un detalle secundario: es el motor que marca calibre, sabor y conservación.
En este punto, los sistemas de riego por goteo y presión se han convertido en los grandes aliados. No se trata solo de ahorrar agua —que también—, sino de asegurar cosechas más estables y uniformes.
Tipos de cebolla
En el campo se manejan varias, cada una con su historia:
Amarilla: la de toda la vida, la que pide el mercado en grandes volúmenes.
Morada: más delicada, más dulce, y con buena salida en hostelería.
Blanca: fresca, jugosa, perfecta para ensaladas.
Híbridas: el futuro de muchos agricultores, porque ofrecen uniformidad y resistencia frente a enfermedades.
Requerimientos necesarios para el cultivo de la cebolla
Suelo: la base de todo
La cebolla no perdona un suelo pesado ni encharcado. Prefiere los francos, con drenaje ágil y buena materia orgánica. Más vale invertir en preparar la tierra que perder la cosecha por pudriciones.
Clima: ni mucho frío ni excesivo calor
Este cultivo agradece temperaturas templadas, entre 15 y 25 °C. Y ojo con el fotoperiodo: la duración del día es clave para que el bulbo se forme correctamente.
Agua: el factor decisivo
Aquí no hay medias tintas. La cebolla es muy sensible a la falta de agua, sobre todo en la fase de engrosamiento del bulbo. Un estrés hídrico en ese momento puede dejarte con calibres bajos y cebollas fibrosas.
Un agricultor de Castilla nos decía hace poco: “El año que puse goteo fue la primera vez que tuve cebollas todas del mismo tamaño. Antes era una lotería.”
¿Cómo se cultiva la cebolla?
La siembra
Se puede hacer directa o con trasplante. La mayoría de productores comerciales optan por el trasplante desde semillero porque da uniformidad y ahorro de tiempo en campo.
El calendario
En zonas cálidas, la siembra suele ir de otoño a invierno. En climas fríos, lo normal es esperar a primavera. Más que la fecha exacta, lo importante es acompañar a la planta con el riego adecuado desde el primer momento.
El riego
No hay receta universal, pero sí una regla clara: la cebolla necesita constancia. Nada de riegos irregulares o descuidos. El goteo es perfecto porque entrega el agua en la raíz y evita encharcamientos.
Piénsalo así: cada gota bien colocada es una inversión en bulbos más grandes y homogéneos.
Tratamientos y recolección de la cebolla
Fertirrigación: dos en uno
Aplicar fertilizantes a través del riego es, hoy por hoy, lo más eficiente. Así, la planta recibe nitrógeno, fósforo y potasio exactamente donde los necesita. Es como darle una dieta equilibrada, pero sin desperdicios.
Plagas y enfermedades
Los clásicos enemigos: la mosca de la cebolla, los trips y los nematodos. Aquí, más allá de tratamientos químicos, la clave es la prevención: rotaciones, suelo bien drenado y un riego controlado.
La cosecha
El momento llega cuando el follaje empieza a secarse. En esta fase conviene reducir el agua. Si se riega demasiado, se corre el riesgo de que la cebolla no conserve bien en almacén. Y ya sabes: de poco sirve producir si luego se pierde en postcosecha.
Productos de riego para cebolla
En Caudal trabajamos con agricultores que buscan ir un paso más allá. Y todos coinciden: el sistema de riego adecuado cambia las reglas del juego.
Goteo para cebolla: precisión, ahorro de agua y mayor homogeneidad.
Riego por presión: ideal para grandes parcelas o terrenos con desnivel.
Accesorios de fertirrigación: porque regar y nutrir a la vez multiplica resultados.
Al final, invertir en riego no es un gasto. Es asegurarse que cada hectárea rinda lo que debe. Más calibre, más kilos, más rentabilidad.
Preguntas Frecuentes sobre la Cebolla
¿Cuándo es el mejor momento para cultivar cebolla? Todo depende de la zona y la variedad. En general, otoño es ideal en climas cálidos y primavera en regiones frías. Pero más que la fecha exacta, lo importante es entender que el riego debe estar garantizado desde el inicio hasta el engrosamiento del bulbo.
Cultivar cebolla sin un buen riego es como correr una maratón con una sola zapatilla: llegarás, pero con mucho sufrimiento. Con un sistema de riego moderno, en cambio, cada gota cuenta a tu favor.
En Caudal tenemos la experiencia y la tecnología para que tus cebollas no sean una lotería, sino una garantía.
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Qué es el cultivo de melón
El melón (Cucumis melo) es una cucurbitácea, muy cultivada por agricultores de todo el mundo debido a la alta demanda en mercados nacionales e internacionales. Esta planta, es apreciada por su sabor dulce, alto contenido de agua y valor nutricional. Su producción requiere una planificación agronómica rigurosa e implantar un sistema de riego preciso que asegure un melón de calidad.
Variedades de Melón
Cantaloup: fruto redondo con pulpa anaranjada y piel reticulada y rugosa.
Galia: es una variedad híbrida. Piel reticulada, pulpa verde, aromática y muy dulce.
Piel de sapo: muy cultivado en España, con piel verde, rugosa con manchas y pulpa blanca y muy dulce.
Honeydew (melón blanco): de piel lisa con pulpa verde clara o color crema con sabor dulce y pulpa firme.
Amarillo: tiene la piel brillante y amarilla y la pulpa blanca.
La elección varietal dependerá de factores agronómicos, comerciales, climáticos y logísticos.
En el cultivo de melón se pueden usar plantas injertadas, aunque su uso no es tan generalizado como en otros cultivos como el tomate, la sandía o el pepino. Sin embargo, en determinadas condiciones y zonas, el injerto es una técnica cada vez más empleada debido a los beneficios agronómicos que aporta. Se recomienda su uso, en suelos con problemas sanitarios, agronómicamente problemáticos (salinos, con deficiente estructura, ….) o en invernaderos.
La superficie cultivada en el mundo es de 1.1 millones de Ha con una producción anual alrededor de los 28 millones de toneladas. Los principales países productores son China, Turquía e Irán. Situándose España en el octavo lugar con una producción de unas 900.000 toneladas anuales en una superficie de unas 20.000 Ha. La principal zona productora es Castilla La Mancha, seguida de Murcia y Andalucía.
Requerimientos necesarios para el cultivo del melón
El cultivo de melón se puede hacer en campo abierto o en invernadero. En ambos casos su éxito dependerá de factores clave dependientes de: suelo, clima y disponibilidad hídrica.
Requerimientos de suelo
El melón necesita suelos bien drenados, de ligeros a franco-arenosos, con un pH entre 6 y 7.5. Debe evitarse el exceso de sales, conductividades inferiores a 2.5 dS/m, ya que la salinidad afecta el desarrollo radicular. Es muy recomendable, añadir compost o materia orgánica ya que se mejora la retención de agua y nutrientes.
Requerimientos climatológicos
Este cultivo es sensible a bajas temperaturas. El rango óptimo de desarrollo es de 22 a 30 °C, con alta radiación solar y relativa baja humedad relativa. Temperaturas superiores a 35 grados provocan estrés térmico. Durante la maduración se necesitan altas temperatura para que se acumulen los azúcares. La amplitud térmica entre el día y la noche (con valores de alrededor de 10 ºC) favorecen la producción de azúcares. Humedades altas favorecen el desarrollo de enfermedades fúngicas y las humedades bajas provocan problemas en el cuajado. La lluvia en floración y maduración da problemas.
Es por ello, el interés del cultivo en invernadero ya que se controlan los factores climáticos más fácilmente consiguiendo extender el ciclo de cultivo y mejorar la uniformidad.
Requerimientos hídricos.
El riego del melón debe ser preciso. Es muy sensible tanto al déficit como al exceso de agua. Durante cuajado y engorde del fruto, la demanda hídrica aumenta considerablemente.
Los requerimientos hídricos del melón varían en función del tipo de cultivo (campo abierto o invernadero), el estado fenológico, el clima y el manejo agronómico.
El melón es sensible al exceso de agua, especialmente en floración y maduración.
Un déficit controlado en maduración (estrés hídrico leve) mejora el contenido de azúcares (°Brix).
El riego por goteo localizado es el sistema más recomendado.
Necesidades hídricas según su tipo de plantación
Campo abierto:
Requerimiento total de agua: Aproximadamente 400 a 600 mm por ciclo, dependiendo del clima y del tipo de suelo.
Invernadero:
Requerimiento total de agua: Entre 250 y 450 mm por ciclo, es decir, menos agua que en campo abierto debido a que al tener el clima más controlado se reduce la evapotranspiración (debido principalmente a la reducción del viento). Otro factor que hace reducir el consumo de agua en invernadero es el uso más eficiente del riego por goteo.
Métodos comunes de riego:
Goteo con fertirrigación automatizada.
En algunos invernaderos el suelo se sustituye por sustratos inertes (lana de roca, perlita, fibra de coco).
¿Cómo se cultiva el melón?
Cómo se siembra.
La siembra del melón puede hacerse de distintas formas y varía según se trate de campo abierto o invernadero, el clima de la zona, la variedad y el sistema de manejo.
Se puede hacer siembra directa o mediante trasplante de plántulas (sistema más usado). La siembra directa no es recomendable en climas fríos. El trasplante se realiza cuando la planta tiene entre 2 y 4 hojas verdaderas.
Los marcos de plantación dependerán del tipo de planta:
Piel de sapo, Galia y amarillo:
Marco: 1.5 m entre líneas y de 0.4 a 0.6 m entre plantas.
Densidad: 10.000 a 16.000 plantas/Ha.
Cantaloup y melones pequeños:
Marco: 1 a 1.2 m entre líneas y de 0.4 a 0.5 m entre plantas
Densidad: 16.000 a 25.000 plantas/Ha.
Cuándo se siembra
La siembra de melón se realiza en primavera, cuando la temperatura del suelo supera los 15 °C, siempre intentando evitar las heladas. En España la siembra se realiza:
Campo abierto: desde mediados de febrero hasta junio, dependiendo de la zona
Invernadero: desde mediados de diciembre hasta marzo.
Cuándo se riega
El riego por goteo debe iniciarse tras la siembra y mantenerse de forma regular. El momento más crítico para el riego es durante la floración y el engorde del fruto. Un exceso en la última etapa puede afectar a los niveles de azúcar.
Campo abierto:
Frecuencia de riego:
Inicial (germinación y establecimiento): cada 2–3 días.
Crecimiento vegetativo: cada 3-4 días.
Floración y cuajado: cada 2-3 días, fase crítica.
Engorde de frutos: cada 2-4 días.
Maduración: cada 4-6 días. Reducir el riego para mejorar la calidad (azúcares).
Invernaderos:
Frecuencia de riego:
Más frecuente, pero con menores cantidades de agua (varias veces al día, dependiendo del sustrato y clima).
Monitoreo con sensores de humedad de suelo y tensiómetros.
Fertilizantes – fertirrigación
La fertirrigación en cultivo de melón permite aplicar nutrientes de forma eficiente junto al agua de riego. Durante la fase vegetativa se prioriza nitrógeno, en floración se equilibra con fósforo y en fructificación se aumenta potasio. El uso de sistemas de inyección de fertilizantes automatizados mejora la precisión de la aplicación de los fertilizantes.
Tipos de plagas y tratamientos
Entre las principales plagas están la mosca blanca, los trips, el pulgón y los ácaros. Enfermedades como el oídio, mildiu y fusarium también afectan al cultivo. Se recomienda un manejo integrado que combine:
Variedades resistentes
Trampas cromáticas
Bioinsecticidas
Rotación de cultivos
Recolección del melón
La cosecha debe realizarse cuando el fruto ha alcanzado la madurez fisiológica que se sabrá dependiendo de muchos parámetros: color de piel, aroma fuerte, abscisión fácil del pedúnculo, formación de la red en melones con piel reticulada y lo principal, un nivel óptimo de grados Brix de azúcar.
Se recomienda hacerla en horas frescas, teniendo cuidado para evitar daños en los frutos y garantizar una buena conservación.
Productos de riego para melón
Para conseguir un sistema de riego eficiente es clave contar con:
Cinta de goteo con espesor mínimo de 8mil (0.2 mm) con goteros de alrededor de 1 l/h separados 20 cm. Con ello conseguimos una franja húmeda del suelo que proporciona del agua necesaria al cultivo. En Caudal tenemos una cinta con esas características que es la S200, muy implantada en el mercado con millones de metros instalados cada año que surten de agua a millones de sandías.
Equipo de filtrado para evitar partículas de materia inorgánica que pueden obturar los goteros.
Sistema de inyección de algún agente oxidante (peróxido de hidrógeno) que evita la proliferación de biofilm que se produce cuando se usan abonos orgánicos y se obturan los goteros.
Programadores de riego automático.
Válvulas de control de presión, para evitar sobrepresiones que podrían generar problemas en la cinta.
Sensores de humedad y estaciones meteorológicas, para saber cuándo y cuanto regar.
Qué es el cultivo de arándanos
El cultivo de arándanos ha pasado de ser una especialidad marginal a convertirse en una alternativa rentable dentro del cultivo frutal. Lo que antes era exclusivo de ciertas zonas templadas, hoy puede adaptarse gracias a la tecnología de riego y a nuevas variedades más resistentes.
Desde un punto de vista agronómico, el arándano (Vaccinium spp.) exige precisión. No se trata de una planta rústica; necesita un suelo ácido, buen drenaje, horas de frío específicas y una estrategia de riego constante y bien planificada. Ahora bien, cuando se le da lo que pide, responde con una productividad sorprendente y frutos de alta calidad, muy demandados tanto en el mercado nacional como en la venta online de arándanos frescos.
Tipos de arándanos
A nivel productivo, los más utilizados son:
Highbush (Vaccinium corymbosum): ideal para cultivos en zonas templadas. Necesita más frío, pero ofrece altos rendimientos.
Rabbiteye (V. ashei): más tolerante a climas cálidos, aunque sensible al pH del suelo.
Lowbush (V. angustifolium): se da bien en ambientes fríos y su sabor es más intenso, pero su productividad es menor.
Elegir bien la variedad según la zona agroclimática es el primer paso para asegurar la viabilidad del proyecto.
Requerimientos necesarios para el cultivo de arándanos
Requerimientos de suelo
El arándano es muy exigente en este punto. Necesita suelos ácidos (pH entre 4.5 y 5.5), bien aireados y con buena capacidad de retención de agua pero sin anegamientos. Los suelos franco-arenosos o franco-limosos suelen funcionar bien, siempre que se trabaje la estructura y se mejore la materia orgánica.
Dato técnico: si el suelo supera un pH de 6.0, deberás acidificarlo. El azufre elemental o el uso de turba acidificada pueden ayudar, pero es recomendable hacer una corrección progresiva antes de la siembra.
Requerimientos climatológicos
El clima ideal para cultivo de arándanos es templado, con inviernos fríos (para acumular horas de frío si se trata de highbush) y veranos suaves. Temperaturas superiores a los 30 °C durante el cuajado o maduración pueden afectar la calidad del fruto.
En climas extremos, el cultivo de arándanos en invernadero o bajo malla sombra ofrece resultados interesantes, ya que permite controlar tanto temperatura como humedad ambiental.
Requerimientos hidrológicos
Aquí no hay margen de error: el riego en arándanos debe ser constante, preciso y eficiente. Las raíces son superficiales y muy sensibles al exceso de humedad, pero también al déficit hídrico.
Por eso, se recomienda implementar un sistema de riego por goteo para arándanos, preferiblemente con posibilidad de monitoreo de humedad del suelo, sensores tensiométricos o capacitivos, y control de caudal.
¿Cómo se cultiva el arándano?
Cómo se siembra
La siembra del arándano suele hacerse a partir de planta enraizada, no desde semilla. Se recomienda preparar el suelo con al menos 6 meses de antelación. Las plantas deben colocarse en hileras separadas entre 2.5 y 3 metros, con distancias entre plantas de 0.8 a 1.2 m.
En suelos no aptos, se puede usar sistema de bancales elevados con sustratos controlados (mezclas de turba, perlita, compost ácido), técnica común en cultivos profesionales.
Cuándo se siembra
En zonas templadas, el mejor momento es finales del invierno o inicio de primavera, siempre que no haya riesgo de heladas. En invernadero, hay más flexibilidad.
Cuándo se riega
Desde el primer momento. El riego para cultivo de arándanos debe comenzar incluso antes de plantar, para humedecer el sustrato correctamente. Luego, es fundamental mantener la humedad entre el 60% y 80% de la capacidad de campo. Un riego por presión o goteo autocompensante es ideal para mantener uniformidad.
Tratamientos y recolección del arándano
Fertilizantes y fertirrigación
La fertilización del arándano debe adaptarse al tipo de suelo, etapa fenológica y análisis foliar. Los nutrientes más demandados son nitrógeno, potasio, calcio y hierro. Es muy sensible a la salinidad, así que evita excesos de fertilización convencional.
La fertirrigación, especialmente vía goteo, permite aplicar fertilizantes de manera controlada, evitando acumulaciones. Las formulaciones acidificadas o con hierro quelatado son útiles para evitar clorosis férrica.
Tipos de plagas y tratamientos
Algunas plagas comunes en el arándano:
Drosophila suzukii: perfora frutos maduros. Es clave aplicar trampas de monitoreo y manejo integrado.
Trips: afectan brotes jóvenes y flores.
Araña roja: en ambientes secos y cálidos.
Además, no olvides vigilar enfermedades como la botrytis, especialmente en floración y pre-cosecha.
Recolección del arándano
La cosecha de arándanos se realiza en varias pasadas, ya que el fruto no madura todo al mismo tiempo. La fruta debe desprenderse fácilmente y tener un color azul uniforme. Para venta en fresco, la recolección manual es obligatoria si se quiere conservar la calidad.
El rendimiento medio ronda entre 8 y 15 t/ha en cultivos bien manejados.
Productos de riego para arándanos
En Caudal, sabemos que un buen sistema de riego no solo ahorra agua, sino que marca la diferencia en la rentabilidad del cultivo. Por eso, ofrecemos soluciones técnicas diseñadas para las exigencias del arándano:
Sistemas de riego por goteo con goteros autocompensantes y antisifón.
Riego por presión para arándanos con distribución homogénea en terrenos irregulares.
Equipos de fertirrigación compatibles con soluciones ácidas y micronutrientes.
Kits de monitoreo de humedad del suelo y controladores automáticos.
Además, contamos con ofertas de riego para explotaciones nuevas o ampliaciones. Pregúntanos y te asesoramos según tus condiciones agroclimáticas y superficie.
Productividad, sabor y sostenibilidad
El cultivo de arándanos representa una oportunidad real de diferenciación en el mercado hortofrutícola. Y es que, cuando se cuidan los detalles técnicos —desde el suelo para arándanos hasta el riego eficiente— los resultados llegan.
En Caudal ayudamos a que eso ocurra. Con asesoramiento agronómico, sistemas de riego optimizados y soluciones personalizadas para tu finca, trabajamos contigo para llevar tu proyecto al siguiente nivel.
¿Te interesa producir más y mejor? Escríbenos y descubre por qué nuestros clientes ya nos eligen para sus cultivos de arándanos.
Preguntas frecuentes sobre el cultivo de arándanos
¿Cuál es el mejor sistema de riego para el cultivo de arándanos?
El más recomendado es el riego por goteo con posibilidad de fertirrigación. Permite aplicar agua y nutrientes directamente en la zona radicular, de forma precisa y sin pérdidas.
¿Qué tipo de fertilizantes se utilizan en el cultivo de arándanos?
Fertilizantes de baja salinidad, acidificantes y con buena disponibilidad de nitrógeno (preferiblemente en forma amoniacal). Se suele usar sulfato de amonio, nitrato cálcico y quelatos de hierro.
¿En qué época se realiza la recolección de arándanos?
Depende de la variedad y la zona, pero generalmente ocurre entre mayo y agosto. Las cosechas escalonadas permiten programar la recolección sin saturar la mano de obra.
Tipos de sandía:
Sandía negra: de piel oscura y pulpa muy dulce.
Sandía rayada: la más común, con estrías verdes en su piel, pulpa muy dulce y alto rendimiento.
Sandía sin semillas: son plantas partenocarpias resultado de técnicas de hibridación.
Sandía mini o baby: ideal para consumo individual. Muy usada para cultivo en invernadero.
En la actualidad la mayor parte de las plantaciones se realizan con planta injertada sobre calabaza, para evitar problemas con hongos vasculares y de suelo.
La sandía es una planta muy sensible a herbicidas, por lo que se recomienda implantarla en suelos sin malas hierbas y usar acolchados (retienen humedad del suelo y evitan la proliferación de malas hierbas) con film de polietileno opaco de 100 a 150 galgas, con una anchura de 60 a 80 cm.
La superficie mundial de sandía es de unos 3 millones de hectáreas a nivel mundial, destacando China, Turquía y Brasil. En España, se cultivan unas 20.000 hectáreas, principalmente en Andalucía y Murcia. Los mayores consumidores son China y EE. UU. En Europa, los principales consumidores son España, Italia, Alemania y Francia. España es el principal proveedor del mercado europeo gracias a su clima favorable. Su consumo aumenta notablemente en verano, entre junio y agosto, debido a su efecto refrescante.
Requerimientos necesarios para el cultivo de sandía
Requerimientos de suelo
El cultivo de sandía prospera en suelos ligeros, bien drenados y con pH entre 6 y 7.5. La alta salinidad impide o reduce el desarrollo de la planta.
Requerimientos climatológicos
Es una planta de clima cálido, que necesita temperaturas superiores a 20 °C para germinar adecuadamente. Temperaturas entre 25-30 °C durante el desarrollo vegetativo y la floración favorecen el rendimiento. Las heladas y lluvias intensas afectan negativamente la producción.
Requerimientos hídricos
La sandía requiere una disponibilidad constante de agua, especialmente en las fases de floración y formación del fruto. El cultivo de sandía con riego por goteo permite suministrar agua de forma precisa y eficiente, evitando el estrés hídrico y reduciendo pérdidas por evaporación. Dependiendo de si el cultivo se realiza en campo abierto o en invernadero, los requerimientos varían:
Campo abierto:
Requerimiento total de agua: Aproximadamente 400 a 600 mm por ciclo, dependiendo del clima y del tipo de suelo.
Métodos comunes de riego:
Riego por gravedad (menos eficiente).
Aspersión
Goteo (más eficiente y recomendado).
Invernadero:
Requerimiento total de agua: Entre 250 y 400 mm por ciclo, es decir, menos agua que en campo abierto debido a que al tener el clima más controlado se reduce la evapotranspiración (debido principalmente a la reducción del viento). Otro factor que hace reducir el consumo de agua en invernadero es el uso más eficiente del riego por goteo.
Métodos comunes de riego:
Goteo con fertirrigación automatizada.
En algunos invernaderos el suelo se sustitute por sustratos inertes (lana de roca, perlita, fibra de coco).
¿Cómo se cultiva la sandía?
Cómo se siembra
Se puede hacer siembra directa o mediante trasplante de plántulas (sistema más usado). Los marcos de plantación dependerán del tipo de planta (injertada o sin injertar). Se recomienda una distancia de 2 a 4 metros entre líneas y 0.7 a 1.5 metros entre plantas. A continuación, podemos ver en el cuadro, densidades resultantes en función del marco elegido (Fuente: El Huerto, nº61).
Cuándo se siembra
La siembra de sandía se realiza en primavera, siempre intentando evitar las heladas. En España la siembra se realiza:
Campo abierto: desde mediados de abril hasta mayo.
Invernadero: desde mediados de diciembre hasta marzo.
Cuándo se riega
El riego por goteo debe iniciarse tras la siembra y mantenerse de forma regular. El momento más crítico para el riego es durante la floración y el engorde del fruto. Un exceso en la última etapa puede afectar a los niveles de azúcar.
Campo abierto:
Frecuencia de riego:
Inicial (germinación y establecimiento): cada 2–4 días.
Crecimiento vegetativo y floración: cada 4–7 días.
Cuajado y desarrollo de frutos: cada 3–5 días, crítico.
Maduración: reducir el riego para mejorar la calidad (azúcares).
Invernaderos:
Frecuencia de riego:
Más frecuente, pero con menores cantidades de agua (varias veces al día, dependiendo del sustrato y clima).
Monitoreo con sensores de humedad de suelo y tensiómetros.
Fertilizantes y fertirrigación.
La fertilización de sandía debe ajustarse a la fase del cultivo:
Nitrógeno: en etapas tempranas para estimular el crecimiento vegetativo.
Fósforo y potasio: en floración y formación de frutos para mejorar el cuajado y la calidad.
El sistema de fertirrigación con riego por goteo permite una dosificación precisa de nutrientes, mejorando la eficiencia.
Tipos de plagas y fisiopatías.
Plagas:
Mosca blanca (Bemisia tabaci), que se alimenta de la savia y, además, actúa como vector de virus peligrosos, como el del rizado amarillo del tomate.
Pulgones, especialmente Aphis gossypii y Myzus persicae, también afectan a la sandía, provocando el enrollamiento de las hojas y transmitiendo virus.
Trips, como Frankliniella occidentalis, atacan flores y tejidos jóvenes, causando deformaciones y transmisión de virus.
Araña roja (Tetranychus urticae), un ácaro que provoca decoloración de hojas y debilitamiento de la planta.
Minadores de hoja (Liriomyza spp.) forman galerías visibles que afectan la capacidad fotosintética de la planta.
Nematodos del género Meloidogyne afectan las raíces, generando agallas que dificultan la absorción de agua y nutrientes.
Rosquillas negras o larvas de Spodoptera spp. pueden atacar plántulas y hojas jóvenes, incluso frutos en formación.
Fisiopatías.
Rajado de frutos, que ocurre cuando hay riegos excesivos tras períodos de sequía. Se previene manteniendo un riego uniforme y evitando cambios bruscos de humedad.
Corazón hueco, se produce por desequilibrios nutricionales, especialmente de boro, y por mala polinización. Mejorar la polinización y asegurar un correcto equilibrio de nutrientes ayuda a evitarla.
Falta de cuajado, que se relaciona con temperaturas extremas o una deficiente polinización. Esto puede resultar en frutos deformes o en una baja producción. Se recomienda introducir colmenas de abejas en el cultivo y protegerlo de temperaturas inadecuadas.
Quemaduras solares sobre frutos expuestos directamente al sol intenso, generando manchas blanquecinas o zonas secas en la piel. Para prevenirlo, es importante mantener un follaje denso o proteger los frutos con cobertura natural o artificial.
Clorosis férrica es frecuente en suelos calizos y se manifiesta como un amarillamiento de las hojas jóvenes, con nervios que permanecen verdes. Se corrige con el uso de quelatos.
Blossom end rot o podredumbre apical está causada por deficiencia de calcio. Aparece como una mancha oscura en la base del fruto (donde estaba la flor). La prevención incluye un aporte adecuado de calcio, una gestión uniforme del riego y evitar las humedades bajas combinadas con altas temperaturas (DPV alto)
Se recomienda el uso de productos autorizados, lucha integrada y el monitoreo constante.
Recolección de la sandía
La recolección de sandía se realiza entre 75 y 100 días tras la siembra. Se usan indicadores de madurez como: cambio de color en el pedúnculo, sonido hueco al golpear el fruto y el color de la base (amarillo cremoso). Aunque el principal es medición de azúcar (grados Brix) mediante el uso del refractómetro.
Productos de riego para sandía
Para conseguir un sistema de riego eficiente es clave contar con:
Cinta de goteo con espesor mínimo de 8mil (0.2 mm) con goteros de alrededor de 1 l/h separados 20 cm. Con ello conseguimos una franja húmeda del suelo que proporciona del agua necesaria al cultivo. En Caudal tenemos una cinta con esas características que es la S200, muy implantada en el mercado con millones de metros instalados cada año que surten de agua a millones de sandías.
Equipo de filtrado para evitar partículas de materia inorgánica que pueden obturar los goteros.
Sistema de inyección de algún agente oxidante (peróxido de hidrógeno) que evita la proliferación de biofilm que se produce cuando se usan abonos orgánicos y se obturan los goteros.
Programadores de riego automático.
Válvulas de control de presión, para evitar sobrepresiones que podrían generar problemas en la cinta.
Sensores de humedad y estaciones meteorológicas, para saber cuándo y cuanto regar.
El cultivo de la lechuga se suele realizar al aire libre
El riego por goteo es imprescindible para su cultivo. No es solo una herramienta: es una garantía de que el agua va justo donde la planta la necesita. Sin despilfarros, sin enfermedades por humedad excesiva en las hojas. En Caudal llevamos años ayudando a productores a ajustar sus cultivos al milímetro. Porque regar bien no es dar agua: es darla con cabeza.
Tipos de lechuga
Cuando uno piensa en lechuga, suele imaginar la romana o la iceberg. Pero el mundo de esta hortaliza es bastante más amplio. Hay muchas variedades y no todas se comportan igual en el campo. Algunas crecen rápido, otras aguantan mejor el calor, y otras se destinan casi exclusivamente a cultivo protegido.
Romana: muy común en campo abierto, con hojas alargadas y buen aguante a climas cálidos. Ideal para ciclos intensivos.
Iceberg: más redonda, compacta y con textura crujiente. Agradece climas templados y necesita algo más de agua.
Batavia: hojas rizadas, sabor suave. Muy usada en mercados locales. Aguanta bastante bien las bajas temperaturas.
Hoja de roble: tanto verde como morada. Muy valorada en ensaladas gourmet. Necesita suelos ricos y algo más de seguimiento.
Lollo rosso: una lechuga de coloración intensa, algo más exigente, pero con mucho valor comercial en cultivos especializados.
La elección de la variedad depende de tres cosas: el clima, el tipo de suelo y el mercado al que vayas. No es lo mismo plantar en Murcia que en Burgos, ni vender a industria que a hostelería local.
Requisitos para el Cultivo de la Lechuga
Requisitos de Suelo:
La lechuga tiene raíces superficiales, así que lo ideal es un suelo con textura ligera, pero capaz de mantener la humedad. Los suelos francos, con algo de materia orgánica, funcionan muy bien. Si el terreno es demasiado arcilloso, conviene mezclar con compost o perlita para airearlo. El pH óptimo está entre 6 y 7.
Requerimientos Climatológicos
No le gusta ni el calor fuerte ni las heladas. Lo ideal es un rango de temperatura de 15 °C a 22 °C. Por encima de 25 °C la planta empieza a estresarse, y si baja de 10 °C durante varios días, el crecimiento se ralentiza. En zonas con clima inestable, un invernadero puede ser la mejor opción.
Requerimientos hídricos
La lechuga necesita humedad continua en el suelo, pero no tolera los encharcamientos. Un exceso de agua provoca asfixia radicular y favorece hongos. Por eso, el riego por goteo se ha convertido casi en norma. Permite mantener el nivel de humedad adecuado sin saturar el sustrato.
👉 Si aún no tienes un sistema instalado, en Caudal tenemos kits de riego por goteo listos para montar, con goteros ajustables y conexiones rápidas.
¿Cómo se cultiva la lechuga?
Cómo se siembra
Puedes hacerlo de dos maneras: directa en el terreno o por trasplante. La siembra directa se usa menos, porque exige más control. El trasplante, desde semillero, permite seleccionar mejor las plántulas y ajustar densidades. Las semillas necesitan entre 10 y 20 °C para germinar bien, y suelen tardar entre 5 y 10 días en salir.
Cuándo se siembra
Depende de la zona. En regiones templadas puede hacerse casi todo el año, mientras que en lugares fríos se suele evitar el invierno. En invernadero, se puede producir de forma continua, rotando variedades según la estación.
Cuándo se riega
Desde la siembra, el riego debe ser suave pero constante. A medida que la planta crece, la frecuencia puede espaciarse, pero sin dejar que el suelo se seque. El mejor momento para regar es a primera hora de la mañana o última de la tarde, para evitar pérdidas por evaporación.
Tratamientos y recolección de la lechuga
Fertilizantes y fertiirrigación
La lechuga responde muy bien a la fertiirrigación, sobre todo si se combina con un sistema de riego por goteo. Se recomienda un abono equilibrado en nitrógeno, fósforo y potasio (NPK), y ajustar las dosis según el desarrollo del cultivo. El nitrógeno debe aplicarse con cuidado para evitar acumulación de nitratos en hoja.
En Caudal puedes encontrar productos específicos para fertirrigación, compatibles con goteros y válvulas dosificadoras.
Plagas y tratamientos
Entre las más comunes están los pulgones, trips, minadores y babosas. También hay enfermedades como el mildiu o la botritis, sobre todo si hay mucha humedad ambiental. Lo mejor es prevenir: buena ventilación, control del riego y, si se puede, tratamientos ecológicos.
Recolección
Desde la siembra hasta la cosecha pasan entre 30 y 70 días, según variedad y condiciones. Se recolecta manualmente, cortando por la base. Es importante hacerlo en horas frescas para evitar pérdida de agua y conservar la calidad.
Productos de riego para lechuga
Si te estás planteando automatizar o mejorar tu sistema de riego, ten en cuenta estas soluciones que puedes encontrar en Caudal:
Goteros regulables, ideales para ajustar caudal según desarrollo de planta.
Programadores de riego, para olvidarte del reloj.
Descubre nuestros productos para lechuga o pide asesoramiento personalizado. Ahorra agua, mejora rendimiento y simplifica tu día a día en el campo.
Preguntas frecuentes sobre el Cultivo de la Lechuga
¿Cuándo se puede plantar lechuga en exterior?
En zonas templadas, casi todo el año. Evita los extremos de calor y frío.
¿Qué sistema de riego es mejor para la lechuga?
El riego por goteo: preciso, eficiente y evita enfermedades por humedad.
¿Cuántas veces se riega la lechuga a la semana?
Depende del clima y el suelo, pero suele ser cada 1-2 días en verano, cada 3-4 en invierno.
¿Qué fertilizante es mejor para la lechuga?
Un NPK equilibrado y adaptado al ciclo de crecimiento.
¿Cuánto tiempo tarda en crecer la lechuga?
Entre 30 y 70 días, según variedad, época del año y condiciones.
El cultivo del tomate se realiza habitualmente en invernaderos.
Y es que no basta con plantar una semilla y esperar. Esta planta es sensible, algo exigente, y necesita ciertas condiciones para crecer sana: un suelo bien drenado, temperaturas moderadas, nutrientes en equilibrio y, sobre todo, un riego controlado y constante. Si nos pasamos con el agua, se pudren las raíces. Si nos quedamos cortos, la planta se estresa y no produce bien.
Por eso, muchos agricultores —tanto profesionales como de huerto urbano— optan por el riego por goteo, una forma de aportar el agua justa, sin malgastarla y sin saturar la planta. Además, permite aplicar fertilizantes de forma localizada, lo que mejora el rendimiento sin dañar el suelo.
Desde Caudal, llevamos años trabajando junto a quienes cultivan tomate, ofreciendo sistemas de riego eficientes, fáciles de instalar y adaptables a cualquier tipo de parcela. Porque cuando el agua se usa bien, el tomate lo agradece: crece más sano, da mejores frutos y tú, al final, lo notas en el sabor.
Tipos de tomate
Una de las ventajas (y también desafíos) de cultivar tomate es la gran variedad de tipos que existen. Cada uno tiene unas características distintas, y unas necesidades hídricas también particulares. No todos crecen igual ni sirven para lo mismo, y conocer sus particularidades te puede ahorrar muchos dolores de cabeza… o, al contrario, darte más de una alegría en la cosecha.
Aquí te resumo algunos de los más comunes y apreciados:
Tomate pera
Es un clásico de los huertos familiares y la industria de la conserva. Su forma alargada y su bajo contenido en agua lo hacen ideal para preparar salsas, purés y tomates triturados. Tiene una piel fina, pocas semillas y un sabor suave, lo que lo convierte en un imprescindible en muchas cocinas. Además, es una variedad bastante productiva y fácil de manejar en cultivo.
Tomate cherry
El más pequeño de la familia, pero también uno de los más dulces. Los cherry son perfectos para comer crudos, en ensaladas o directamente del huerto, como si fueran golosinas naturales. Su tamaño compacto también los hace ideales para macetas, balcones o cultivos verticales. Ojo: aunque parezcan fáciles, también requieren un buen control del riego y del abonado para dar frutos sabrosos.
Tomate Raf
Aquí ya entramos en ligas mayores. El Raf es apreciado por su sabor complejo, con ese equilibrio perfecto entre acidez y dulzor. Su nombre viene de “Resistente al Fusarium”, un hongo bastante común. Tiene una forma irregular y un color verde intenso con vetas. Es exigente con el suelo y muy sensible a las condiciones climáticas, por lo que suele cultivarse en invernaderos bien controlados.
Tomate en rama
También conocido como tomate “cluster” o “en racimo”, es muy popular por su resistencia y buena conservación. Se cosechan varios frutos unidos por el tallo, lo que le da ese aspecto tan característico. Son variedades robustas, productivas, y se adaptan bien al cultivo en invernadero. Su sabor puede variar, pero suelen tener buena consistencia y un aroma clásico.
Elegir una variedad u otra depende mucho de tu objetivo:
¿Quieres salsas? Pera.
¿Buscas sabor intenso para ensaladas? Raf.
¿Poco espacio? Cherry.
¿Producción en volumen? En rama.
Y, por supuesto, del clima, el tipo de suelo y los recursos de riego que tengas. Porque no todos los tomates se comportan igual bajo el sol directo que dentro de un invernadero, o en un suelo franco frente a uno más arcilloso.
Si tienes dudas sobre qué variedad se adapta mejor a tus condiciones, en Caudal te podemos echar una mano para que tu cultivo empiece con buen pie desde el principio.
¿Ya sabes qué tipo de tomate vas a plantar? Consulta nuestros sistemas de riego por goteo específicos para cada tipo de cultivo. Ver productos
Requerimientos necesarios para el cultivo del tomate
Cultivar tomates puede parecer sencillo, pero si quieres obtener buen producto —de esos con sabor de verdad— hay que prestar atención a tres aspectos clave: el tipo de suelo, el clima y el agua. La combinación de los tres hará que se pueda obtener un tomate de la más alta calidad
Requerimientos de suelo: Buen drenaje y altos nutrientes.
A esta planta no le gustan los extremos. Si la tierra es demasiado compacta o se encharca, las raíces lo pasan mal. Lo ideal es un suelo que esté suelto, aireado y con nutrientes.
Lo mejor es que sea franco o franco-arenoso, para que retenga algo de humedad pero sin apelmazarse.
Si además tiene entre un 2,5 % y un 3 % de materia orgánica, mejor todavía. Eso ayuda a que las raíces respiren y a que la planta encuentre los nutrientes sin problema.
Ojo con el pH: tiene que estar entre 6,0 y 6,8. Si baja o sube mucho, el tomate empieza a tener carencias aunque la tierra tenga de todo.
¿Tu suelo es muy arcilloso? No es el fin del mundo. Puedes mejorarlo añadiendo compost, fibra de coco o perlita. Con eso ya cambia bastante.
Consejo práctico: si puedes, haz un análisis de suelo antes de empezar. Así sabrás exactamente qué le falta y qué no.
Requisitos climatológicos: preferiblemente calor, y muy poco frio.
El tomate es una planta de clima templado-cálido. Le gusta el sol y el calor moderado, pero si hace demasiado frío o calor extremo, lo nota enseguida.
Lo ideal es que las temperaturas estén entre 20 y 28 °C durante el día.
Por la noche, que no bajen de 12 °C. Menos de eso, y la planta empieza a pararse.
Por encima de 35 °C, el tomate también sufre: puede tirar las flores o tener problemas para cuajar el fruto.
En zonas frescas o con cambios bruscos, un invernadero puede ayudarte muchísimo. Aporta estabilidad y alarga la temporada.
Requisitos hídricos
Aquí no hay duda: el riego es clave. Y no es cuestión solo de cuánta agua, sino de cuándo y cómo se la das. El tomate necesita humedad constante, pero si se riega mal, aparecen problemas: rajado de frutos, hongos, o esa mancha negra en la base (pudrición apical), que suele estar relacionada con carencia de calcio… y eso, muchas veces, viene por riegos mal hechos.
En plena temporada, una planta de tomate puede llegar a necesitar entre 2 y 4 litros diarios, según el calor que haga.
Lo más recomendable es usar riego por goteo: es preciso, evita mojar las hojas (lo cual previene enfermedades) y ahorra agua.
La humedad del suelo debería mantenerse en torno al 65 % – 80 % de su capacidad de campo. Ni seco, ni encharcado. Húmedo, como una esponja bien escurrida.
Puedes sembrar en semillero (y trasplantar más adelante) o hacerlo directamente en el suelo, si ya hace buen tiempo. En ambos casos, asegúrate de que cada planta tenga su espacio: unos 40-50 cm entre ellas está bien.
¿Cuando se siembra el tomate?
En clima cálido, puedes empezar en enero o febrero.
En zonas templadas, espera a marzo o abril.
En invernadero, tienes más libertad: casi todo el año.
Lo importante es evitar las heladas. El tomate es sensible y no perdona el frío extremo.
¿Cuándo y cómo se riega el tomate?
Durante las primeras semanas, riega poco pero seguido. Cuando empiece a crecer, aumenta la cantidad y deja algo más de espacio entre riegos. En época de floración y cuajado del fruto, el agua es clave.
Usa goteros regulables, como los de Caudal, para ajustar el caudal en cada etapa. Mira los modelos disponibles.
Fertilización, plagas y cosecha: lo que sí o sí tienes que saber
¿Qué abonos usar?
El tomate es exigente. Necesita nitrógeno, fósforo y potasio, pero en su justa medida. La mejor manera de darle lo que necesita sin pasarte es la fertirrigación: disolver los nutrientes en el agua de riego.
Tenemos opciones pensadas para cada etapa del cultivo. ¿Quieres ayuda? Te asesoramos aquí.
Plagas típicas (y cómo defender tu cultivo)
Hay algunas visitas no deseadas que suelen aparecer:
Mosca blanca
Tuta absoluta
Trips
Puedes combatirlas con tratamientos ecológicos, trampas cromáticas o con extractos vegetales como el de neem. Lo ideal es prevenir: mantén la zona limpia, rota los cultivos cada temporada y vigila desde el primer día.
Cosechar: el mejor momento
No hay una fórmula exacta. Pero si el tomate tiene color uniforme, firmeza al tacto y se desprende con facilidad… es el momento. A veces tendrás que hacer varias pasadas para recolectar los que están listos.
¿Qué productos necesitas para regar tomates?
En Caudal trabajamos con agricultores, cooperativas y aficionados desde hace años. Sabemos lo que funciona y lo que no. Por eso, tenemos soluciones para todos los niveles:
El riego por goteo, sin duda. Aporta el agua justa, evita encharcamientos y permite aplicar nutrientes sin complicaciones.
¿Con qué frecuencia debo regarlos?
Depende del clima y la fase del cultivo. En general, una vez al día en verano y cada dos días en primavera puede ser suficiente.
¿Cómo puedo evitar plagas en mi cultivo de tomates?
Limpieza, rotación, tratamientos ecológicos y buen riego. Un cultivo sano es menos vulnerable.
Qué es el cultivo del pimiento
El pimiento (Capsicum annuum) es originario de América Central y del Sur, se cultiva en zonas templadas y cálidas como España, México, China y Turquía. El riego por goteo es el método más eficiente para obtener cultivos rentables y de calidad.
España es líder europeo en producción y exportación (sobre todo a Alemania, Francia y Reino Unido). Las principales zonas productoras son:
Almería: en invernadero.
Murcia: en invernadero y aire libre.
Valencia y Alicante: al aire libre y para industria.
Navarra, La Rioja, Extremadura: al aire libre y para industria.
Tipos de pimiento
Los pimientos se clasifican por su forma, tamaño, color y sabor en:
Dulce: grande, carnoso, verde, rojo, amarillo o naranja. Variedades California o Lamuyo.
Picante: pequeño, usado principalmente como condimento.
Italiano: largos y estrechos, ideales para freír.
Ornamentales: consumidos por su valor decorativo.
Requerimientos necesarios para el cultivo del pimiento.
Requerimientos edáficos.
Requiere suelos ligeros, profundos, bien drenados, fértiles y con materia orgánica. La textura franca o franca arenosa con un pH entre 6.0 y 7.0.
Requerimientos climatológicos.
Es una planta termófila, con un óptimo entre 20 y 30°C. Temperaturas bajas ralentizan el desarrollo y temperaturas altas (>35°C) provocan caída de flores y frutos. Prefiere climas secos con una exposición solar mínima de seis a ocho horas diarias. El invernadero es una buena alternativa para climas fríos.
Requerimientos hídricos.
El pimiento necesita riegos frecuentes pero controlados, evitando tanto el déficit como el exceso, especialmente en floración y cuajado. Es crucial evitar fluctuaciones bruscas de humedad. En cultivos sobre sustratos (lana de roca, perlita o fibra de coco) se requiere una gestión precisa del riego, controlando pH y conductividad (en solución nutritiva y en drenajes).
¿Cómo se cultiva el pimiento?
¿Cómo se siembra?
Se puede hacer siembra directa del pimiento (sólo en campo abierto), aunque lo habitual es hacer trasplante de plántulas de semillero. Esto permite trasplantar una planta mejor desarrollada y una menor pérdida de semilla (que suelen ser caras). La densidad de plantación varía entre 20.000 y 30.000 plantas por hectárea, dependiendo del tipo de pimiento.
La densidad de plantación dependerá del sistema de cultivo (campo abierto o invernadero), el manejo, la variedad y el destino del producto (fresco o industria).
Densidad en campo abierto:
Marcos de plantación comunes:
Entre líneos: 0.8 a 1.2 metros.
Entre plantas: 0.3 a 0.5 metros.
Densidad promedio: 20.000 a 35.000 plantas/Ha.
Factores que influyen:
Variedad (determinada o indeterminada).
Tamaño del fruto.
Mecanización (más espacio si se usan tractores/cosechadoras).
Densidad en invernadero:
Marcos de plantación comunes:
Entre líneos: 0.8 a 1.0 metros.
Entre plantas: 0.25 a 0.5 metros.
Densidad promedio: 30.000 a 40.000 plantas por hectárea. Puede llegar a superarse las 50.000 plantas/Ha en cultivos muy intensivos.
Cultivo en hidroponía con sustrato (en invernadero): 3 a 3.5 plantas/m² (30.000 – 35.000 plantas/Ha).
¿Cuándo se siembra?
En climas templados, se siembra en primavera (marzo a mayo), una vez superado el riesgo de heladas. En invernaderos, es posible sembrar durante todo el año, ajustando el ciclo según las condiciones de mercado evitando heladas y temperaturas extremas.
¿Cuándo se riega?
El riego debe iniciarse antes del trasplante, después se irá incrementando gradualmente la frecuencia y cantidad según las fases fenológicas. Durante la etapa vegetativa, se aplica agua con menor frecuencia. En floración y fructificación, el riego debe ser más frecuente y preciso. La fase de cuajado y engorde de frutos es la más demandante en agua, por lo que el manejo adecuado en este periodo es crucial. El riego por goteo permite una aplicación localizada y eficiente del agua.
Tratamientos y recolección del pimiento
Fertilizantes y fertirrigación.
La fertirrigación mejora la eficiencia en la absorción de nutrientes y reduce pérdidas por lixiviación. Requiere: nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio. La dosis de potasio debe de ser alta durante la fructificación. Es esencial controlar el nitrógeno para evitar crecimiento vegetativo excesivo. También son importantes micronutrientes como calcio, magnesio y boro. Los abonos orgánicos son recomendables, pero requieren mantenimiento del sistema para evitar obstrucciones mediante el uso de agentes oxidantes, como el peróxido de hidrógeno.
Tipos de plagas y tratamientos
Entre las plagas más comunes destacan Pulgón (Aphis spp.), Mosca blanca (Bemisia tabaci), Trips (Frankliniella occidentalis) y Araña roja (Tetranychus urticae) que pueden afectar el desarrollo de la planta o ser transmisores de enfermedades víricas. Para su control se recomienda el uso de productos biológicos, químicos selectivos y manejo integrado de plagas (control biológico). Es fundamental monitorizar las poblaciones de insectos para intervenir en el momento oportuno.
Las enfermedades más comunes:
Fúngicas: Mildiu, oídio. Botritis, Alternaria, Phytophthoracapsici que se previenen con fungicidas, una buena ventilación (en el caso de invernaderos) y un buen manejo del riego (regar más de la cuenta, acarrea proliferación de hongos).
Bacterianas: Mancha bacteriana y Podredumbre blanda.
Víricas: Virus del mosaico del tabaco (TMV), Virus del mosaico del pepino (CMV) y Virus del bronceado del tomate (TSWV).
Recolección del pimiento
Se cosecha cuando el fruto tiene tamaño, color y firmeza adecuados, dependiendo del mercado al que esté destinado. La recolección se suele iniciar entre 60 y 90 días después del trasplante. Los pimientos verdes se cosechan inmaduros; los rojos, amarillos o naranjas se recogen maduros. Normalmente la recolección es manual para evitar daños.
En invernaderos en el sur de España, los pimientos trasplantados en verano se empiezan a recolectar entre octubre y diciembre, y pueden seguir recolectándose hasta abril o junio.
Productos de riego para pimiento
El riego por goteo es el sistema más recomendable para el pimiento, ya que permite suministrar agua de manera localizada y eficiente, reduciendo pérdidas por evaporación y facilitando la aplicación de fertilizantes disueltos.
En Caudal, tenemos una amplia gama de goteros para satisfacer cualquier necesidad:
PC700AS: Gotero de pastilla, auto compensante y anti succión (existe también anti drenante). Con un filtro y un laberinto diseñados para evitar las obstrucciones. La membrana de compensación de silicona, la hace altamente resistente a degradación por productos químicos. Garantiza un caudal constante, aunque la presión varíe.
PC600AS: las mismas características que el PC700 pero en cilíndrico. Existen modelos de anti drenante y de sólo auto compensante.
S500: Gotero de pastilla turbulento. El diseño de su filtro y laberinto evitan las obstrucciones. Al ser un gotero turbulento, no se recomienda en terrenos con pendiente o en tiradas muy largas.
S600: gotero cilíndrico turbulento con un gran recorrido en el mercado. Garantía de éxito y durabilidad.
El caudal recomendado del gotero de 1 a 3 l/h, espaciados a una distancia de 30 a 50 cm, para asegurar una distribución uniforme del agua. En suelos muy arenosos, será necesario reducir la distancia entre goteros y/o disminuir el caudal.
Se recomienda tener automatizado el riego mediante el uso de programadores, ya que mejora la eficiencia, reduce el consumo de agua y permite una fertirrigación precisa.
Consulta nuestros sistemas de riego para pimiento y optimiza tu producción.
El cultivo del aguacate
El aguacate presenta un sistema radicular superficial y fasciculado, con una raíz principal poco dominante y una gran masa de raíces secundarias y terciarias.
La mayor parte de las raíces activas se encuentra en los primeros 30-60 cm del suelo, especialmente en los primeros 40 cm.
Las raíces son muy sensibles al exceso de humedad y a la falta de oxígeno (hipoxia radicular).
Las explotaciones en España se localizaron originalmente en la Axarquía (Málaga) y la Costa Tropical de Granada; se han extendido a otras zonas de Andalucía como las provincias de Cádiz y Sevilla, también en zonas de Valencia y Murcia. En Portugal el aguacate ha ganado terreno en el sur de Portugal, especialmente en el Algarve y el Alentejo.
España es el principal productor de aguacate de Europa, concentrando más del 90% de la producción.
Requerimientos necesarios para el cultivo del aguacate
Se deben cumplir ciertos requisitos edafoclimáticos e hídricos para asegurar una producción rentable y sostenible:
Suelo
Textura: Franco-arenosa o franco-limosa, suelta y bien aireada.
Drenaje: El aguacate es muy sensible al encharcamiento, que puede provocar asfixia radicular y enfermedades.
Profundidad: Al menos 80-100 cm de suelo útil, bien aireado y con buen drenaje. Suelos poco profundos (< 50 cm) limitan el desarrollo radicular.
pH: Ligeramente ácido a neutro, idealmente entre 5.5 y 7.
Materia orgánica: Alta, mejora la estructura del suelo y la retención de humedad.
Clima
Temperaturas óptimas: Entre 20 y 30 °C.
Temperatura mínima: No tolera bien las heladas. El límite crítico está en torno a -2 °C para variedades resistentes como Hass, y hasta -5 °C puede causar daños graves o muerte del árbol.
Temperaturas altas y baja humedad relativa, puede provocar problemas en la floración; es conveniente la instalación de sistemas de protección climática a base de microaspersores.
Heladas: Evitar zonas con riesgo habitual de heladas invernales. En el caso de existir riesgo, es conveniente la instalación de sistemas de protección climática.
Altitud: Preferentemente por debajo de los 800 m, aunque puede variar según la orientación y microclima.
Insolación: Necesita buena exposición solar, pero en las fases iniciales puede requerir sombra parcial para evitar estrés.
Hidrología / Riego
Precipitación anual óptima: Entre 1.000 y 1.500 mm, pero como en muchas zonas de España no se alcanza esta cifra, es imprescindible riego suplementario.
Necesidades hídricas: Entre 6.000 y 11.000 m³/ha/año, dependiendo de la zona y del sistema de cultivo.
Calidad del agua:
Baja salinidad: EC < 1 dS/m.
pH entre 6 y 7.5.
Bajo contenido en cloruros, sodio y boro.
Sistema de riego recomendado: goteo.
¿Cómo se cultiva el aguacate?
Se recomienda utilizar plantones injertados de vivero (variedades como Hass injertadas sobre patrones resistentes como ‘Dusa’ o ‘Zutano’).
Marco de plantación: Habitualmente de 6×4 m a 7×7 m, aunque puede variar según la variedad y el sistema de cultivo.
Preparación del terreno:
Suelo bien drenado, profundo y aireado.
pH ideal: entre 5.5 y 7.
Si hay riesgo de encharcamiento, se recomienda plantar en caballones o lomos.
Época ideal: Finales de invierno a primavera (marzo a mayo).
En zonas cálidas del sur de España, puede plantarse incluso en otoño si se protege del frío.
Tras la plantación riegos frecuentes pero cortos, cada 2–3 días durante las primeras semanas. Después del primer mes ajustar según el clima, pero normalmente 2–3 veces por semana en verano y reducir en invierno.
Asegurar humedad en los primeros 40 cm del suelo.
Evitar tanto el encharcamiento como el estrés hídrico.
Tipo de riego:
Goteo es lo más eficiente y común.
Utilizar goteros de medio a bajo caudal (1,1 / 1,6 / 2,2 l/h) y separación entre goteros de 50 a 75 cm; dependiendo del marco de plantación, el tipo de suelo y la disponibilidad de agua.
Dada la distribución y tipo de raíces del aguacate, usar riegos cortos y frecuente para mantener la humedad constante.
Si utilizamos goteros de bajo caudal y separación entre emisores menores de 60 cm, poner al menos dos líneas de goteo por árbol; el objetivo sería una franja húmeda lo más amplia y eficiente posible.
Las necesidades hídricas pueden variar según clima, tipo de suelo, variedad, edad del árbol y sistema de riego. Este calendario es una guía orientativa para climas mediterráneos.
Fase fenológica
Periodo aproximado
Requerimientos hídricos
Objetivos del riego
Frecuencia recomendada
Reposo vegetativo
Diciembre – Febrero
Muy bajos
Mantener humedad mínima en la zona radicular
Cada 10–20 días (o suspender si llueve)
Brotación – Floración
Marzo – Abril
Moderados
Estimular brotación, evitar estrés hídrico que afecte floración
1–2 riegos por semana
Cuajado y crecimiento del fruto
Mayo – Julio
Altos
Asegurar formación del fruto, evitar caída fisiológica
2–3 riegos por semana
Engorde del fruto
Agosto – Octubre
Muy altos
Aumentar calibre y calidad del fruto, evitar estrés
3–4 riegos por semana (ajustar al calor)
Maduración – Recolección
Noviembre – Diciembre
Medios
Mantener turgencia sin exceso que provoque caída del fruto
1–2 riegos por semana
Controlar la humedad del suelo con sondas para ajustar el riego.
Evitar el exceso de agua en suelos pesados o mal drenados → riesgo de Phytophthora.
Utilizar mulching o acolchado para reducir evaporación.
Ajustar el caudal de goteros y número de emisores conforme el árbol crece.
Tratamientos y recolección del aguacate
Fertilizantes
El aguacate requiere especialmente nitrógeno (N), potasio (K), calcio (Ca), y en menor medida fósforo (P), además de micronutrientes como boro (B), zinc (Zn) y magnesio (Mg).
Primavera (brotación): mayor aporte de N y algo de P.
Verano (desarrollo del fruto): incrementar K.
Otoño (preparación al reposo): reducir N y mantener micronutrientes.
Invierno: mínimo o nulo, según clima.
Tipos de plagas
Araña cristalina
Trips
Cochinilla (Saissetia)
Antracnosis (Colletotrichum)
Phytophthora cinnamomi
Recolección del aguacate
Momento de cosecha:
Se basa en el contenido de materia seca (≥21-23%) y contenido de aceite.
El fruto no madura en el árbol: debe recogerse verde y madurar después.
Época de recolección:
En variedades Hass en España: noviembre a mayo, según la zona.
En zonas cálidas (Málaga, Granada, Huelva, Canarias): más temprana.
Técnica de recolección:
A mano, con tijeras de podar, dejando un pequeño pedúnculo.
Clasificación y almacenado en condiciones frescas y ventiladas.
Productos de riego para aguacate
Desde CAUDAL ofrecemos productos de alta calidad que nos permiten afrontar el reto de instalaciones de riego en aguacate.
Tuberías PE100 con certificación AENOR y PE40 para conducciones primarias y secundarias.
Tubería con gotero integrado PC700; con un sistema de autocompensación de última generación, amplio filtro de entrada y unos pasos internos amplios; presenta una gama de caudales óptima para el almendro, desde 1,1 a 2,2 l/h. En diámetros de tubería de 16 y 20 mm y en versión antisucción (AS) que evita la entrada de partículas en el interior del gotero.
Experiencia, calidad e innovación hacen de los productos CAUDAL para riego de almendros, la solución ideal.
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