Desde hace dos décadas cada vez más agricultores en España han decidido apostar e invertir en el cultivo de la Pistacia vera, el pistacho, viéndose multiplicado su cultivo hasta en un 40% solamente en los últimos diez años. Cierto es que la mayoría de las plantaciones españolas están en la comunidad de Castilla-La Mancha, siendo un mercado prometedor para “salvar” la España vaciada. Aún así, también se cultivan en otras zonas gracias a la adaptabilidad de esta especie vegetal.
El árbol del pistacho se adapta muy bien a climas áridos. Esto hace que su producción en determinadas zonas sea viable, siendo productivo en parcelas ubicadas en localizaciones con veranos largos y secos e inviernos fríos, aunque situaciones de humedad prolongada no son favorables debido a su susceptibilidad a enfermedades fúngicas. Es capaz de vegetar perfectamente en terrenos pobres y marginales, donde cualquier otro cultivo tendría problemas. Es frecuente encontrar árboles de pistachos en terrenos pedregosos y calizos, aunque le son más favorables aquellos que tengan una textura franca o franco-arenosa.
La aportación hídrica mínima para que el cultivo sea viable ha de ser de unos 300 L/m2 al año. A partir de esta cantidad, toda aportación extra mejorará la producción y sanidad vegetal de la planta. Por lo tanto el riego en pistacho y su sistema de aplicación elegido dependerán directamente de variables básicas como la planta (edad y momento productivo), tipo de suelo y climatología.
Haciendo aun mayor hincapié en el tipo de suelo, se puede decir que conocer la estructura nos va a permitir definir la aplicación de agua y nutrientes de la manera más conveniente, pudiéndonos ayudar de emisores autocompensantes como Vered o Vardit, capaces de emitir la misma cantidad de agua y nutrientes dentro de un amplio abanico de presiones de trabajo. Con lo cual tanto caudal como distancia entre emisores se deberá configurar tras evaluar el porcentaje de arcillas, limos y arenas que tiene el suelo, entre los primeros 40 y 50 centímetros de profundidad. Calculándose así dos parámetros:
· Capacidad de campo (CC). Máxima capacidad del suelo para retener agua. Todo valor superior a esa variable, provocará en nuestro suelo el drenaje y consiguiente desperdicio del sobrante que no ha sido capaz de retener el propio suelo.
· Punto de marchitez (Pm). Mínima cantidad de agua que está retenida en el suelo y que es absorbida por la planta.
El riego de los árboles de pistacho comienza generalmente a finales de abril y terminar a mediados de septiembre, siendo los meses de mayor aporte hídrico aquellos de julio y agosto.
Dependiendo de la cantidad de agua disponible, el tipo de riego se puede catalogar como:
· Riego de alto regadío
· Riego de medio regadío
· Riego de apoyo o deficitario
Está claro que el pistacho se adapta muy bien a zonas secas y puede ser rentable cultivado en un terreno de secano (250 litros/m2) hasta alcanzar su máximo productivo en un regadío de 5.000 m3 por hectárea.
Pero, ¿y si damos un paso más allá?
Dada la subida en costes en los recursos hídricos, son muchos los agricultores de pistacho en regadío que han decidido innovar en sus instalaciones para ser más eficientes. Claro ejemplo de ello son aquellos que han optado por la implementación de riego por goteo subterráneo (RGS) en sus parcelas. Ya que este sistema elimina el factor evaporación durante la aplicación, además de facilitar la incorporación de fertilizantes justo en la zona efectiva de nutrición, la raíz.
Para acompañar a los productores de pistacho que han querido renovar sus instalaciones con la última tecnología, Caudal ha incorporado, junto a sus gama de goteros antisifón o antisucción, tuberías especialmente diseñadas para RGS. Nuestras tuberías con gotero integrado Rootguard son la única solución efectiva antirraíces del mercado, constando además de una garantía de 10 años.
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